jueves, octubre 22

Momias Honshu



Las momias de Honshu, pertenecientes a monjes ascetas, comenzaron a producirse a lo largo de toda la región de las montañas sagradas en Yamagata central, en Japón, hace más de mil años, en el interior de unos templos sin resguardo ni protección ambiental.


El primer caso de momificación data del año 1081 y el último de 1903.

La peculiaridad de estas momias, llamadas también Momias Sokushinbutsu o Momias Vivientes, consiste
en que la momificación comenzaba a producirse en vida, durante un voluntario y doloroso proceso de largos y penosos años, que podía durar diez. Su finalidad era llegar a convertirse en buda estando vivo (Sokushinbutsu) con objeto de encontrar el nirvana.

Fueron un gran número, a lo largo de todos los años transcurridos, los monjes que se sometieron al proceso de momificación en vida, aunque la gran mayoría no llegó a conseguirlo.
En la actualidad se conservan un total de veintiocho, un gran número de las cuales se encuentran en los templos del norte de Honshu, y pueden ser vistas.

El proceso comenzaba realizando el monje durante mil días una dieta drástica y muy escasa, con objeto de reducir la grasa corporal a base de cantidades pequeñas de frutos secos y harina, recolectados por él mismo en el bosque que habitaba. Al reducir al límite el nivel de grasa en vida, una vez producida la muerte se evitaba la descomposición.
El agua que bebía y con la que también confeccionaba el té, procedía de las fuentes de la montaña, y era un agua reservada solamente para los monjes que buscaban la momificación.

Estudios recientes han desvelado que el agua de dichas fuentes contienen unos altos niveles de arsénico, potente veneno que provoca la muerte de las células del cuerpo, además de ser un fuerte preservante, lo cual contribuía a la conservación del cuerpo.


Llegan entonces otros mil días en los que la dieta se hacía más estricta aún. La alimentación se realizaba a base de raíces y cortezas de pino, faltando del organismo prácticamente casi toda el agua y la grasa corporal. En esta etapa el monje se entrega fervientemente a la oración y toma el té preparado con la savia de un árbol venenoso llamado urushi, que lo hacen sudar, vomitar y orinar continuamente, reduciendo aún más sus efluvios corporales.
La toma de este té venenoso es crucial para el proceso, dado que el veneno, al pasar a la piel, se concentra en el cuerpo, protegiéndolo así contra los gusanos e insectos que acudirían después de su muerte.
En esta etapa su experiencia física de apariencia esquelética, casi totalmente deshidratado y nulo de grasa corporal.

El último periodo del proceso lo vive el monje entra grandes dolores provocados por el veneno del té.
Entonces construye él mismo un refugio subterráneo a unos tres metros bajo el suelo, donde coloca un ataúd de madera, que también ha fabricado, y en el cual se coloca en posición de loto, cubriéndose casi totalmente, y respirando a través de un tubo de bambú.
Continúa con sus meditaciones y la drástica dieta de raíces y cortezas de pino y guarda en su poder una campana que hace sonar una vez al día, comunicando así a los otros monjes que aún sigue vivo.



Cuando la campana se silencia, señal de que se ha producido la muerte, se realiza el enterramiento completo, volviéndose a desenterrar pasados otros mil días.
Este desenterramiento mostrará si el largo tiempo de dolor y sacrificio realizado por el monje dieron el resultado requerido y su cuerpo se ha momificado. En caso de positivismo, quedara momificado de manera natural permanentemente, considerándose al monje una momia viviente.

Este tipo de prácticas pues prohibida por el gobierno japonés a finales del siglo XIX.

2 comentarios:

Chesana dijo...

Me ha impresionado y mucho tu blog al que he llegado sin saber que existía. Es distinto. Alguien podría decir que el tema es escabroso, pero la historia de la Historia tiene también esos puntos de diferencia. Muy interesante lo que cuentas y cómo lo cuentas.

Te sigo leyendo. Saludos.

Laulán dijo...

Gracias por tu visita Chesana. Efectivamente puede resultar un tema morboso, pero como bien dices, forma parte de la historia. Es mucho lo que podemos conocer de ella a través de las momias.

Saludos