miércoles, abril 13

La Cabeza De Enrique IV De Francia


Enrique IV de Francia y III de Navarra, el primer rey de la Casa de Borbón fue uno de los monarcas más populares de Francia, conocido como 'Enrique El Bueno' o 'El Galante'

El 14 de Mayo de 1610, Enrique IV de Francia era asesinado con dos puñaladas por el fanático católico François Ravaillac. Tenía 57 años de edad. El 1 de Junio fue enterrado en la basílica de Saint-Denis, donde ya reposaban otros reyes de Francia.

Durante 183 años descansó el rey en la tranquilidad de la basílica, pero en 1783, durante la Revolución Francesa, grupos de revolucionarios profanaron las tumbas de los reyes y reinas, príncipes, princesas y nobles allí sepultados, inhumaron sus restos sacándolos de sus ataúdes y los enterraron en una fosa común.

El cuerpo de Enrique IV se encontraba en muy buen estado de conservación, debido a que había sido embalsamado, hecho que causó gran sensación en los profanadores pues se creía que tan solo los cuerpos de los santos podían permanecer incorruptos. Debido a esto, fue expuesto públicamente durante varios días, sufriendo durante su exposición todo tipo de vejaciones y mutilaciones, entre ellas la cabeza, para posteriormente pasar a formar parte de los demás restos en la fosa común.
Allí permaneció hasta el año 1817, en el que el rey Luis XVIII toma la decisión de restaurar de nuevo las capillas mortuorias para que todos los restos reales mal enterrados volvieran a su descanso en sus sepulturas originales. 

En la operación se encontraron tres cuerpos que habían sido decapitados y sus cabezas desaparecidas. Uno de ellos era el de Enrique IV, por lo que sus restos fueron vueltos a enterrar sin ella.


Nada más se supo de la cabeza perdida del rey hasta 1919, cuando en una subasta en el Hotel Dreuot fue adquirida por tres francos por el anticuario Joseph-Emile Bourdais. Se aseguraba que se trataba realmente de la cabeza momificada de Enrique IV.
Ofrecida al museo de Louvre, fue tajantemente rechazada por éste ante la incredulidad de que se tratara de tan reales restos, quedando en poder del anticuario hasta el fallecimiento de éste, en que pasó a ser custodiada por su hermana para más tarde ser vendida por 5000 francos a Jacques Bellanger, quien la mantuvo oculta en su casa hasta el año 2008. Meses más tarde, la cedió para una investigación científica en la que sería sometida a las pruebas de ADN. En el resultado de las misma se comprobó, casi al 100%, de que realmente se trataba de la cabeza del rey Enrique IV.

La noticia fue dada por el equipo multidisciplinario, encabezado por el patólogo forense Philippe Charlier, y publicada en el British Medical Journal.

Los resultados de las pruebas correspondientes a la datación por radiocarbono, precisaron la fecha de los restos pertenecientes a un periodo de tiempo entre 1450 y 1650, lo cual encaja dentro de la de la muerte del monarca, 1610. Aseveraban igualmente que los rasgos de la cabeza coincidían con los del rostro del monarca.


Presentaba una cicatriz facial en el hueso superior de la mejilla izquierda, de una herida con arma punzante, que correspondería a la cuchillada en un intento de asesinato asestada por Jean Châtel en 1594. También se encontraron señales de cortes en las cervicales que, según los expertos, se deberían a la decapitación.


El lóbulo derecho aparecía agujereado, coincidiendo con el hecho de que el rey solía llevar un pendiente tal y como era la moda en la corte de los Valois. Igualmente apreciaba una lesión oscura cerca de la fosa nasal derecha del tamaño de un champiñón.


Aunque se constató una incipiente calvicie (el rey la padecía), el pelo de la cabeza y restos de barba y bigote, de tonos rojizos y canosos, encajan con los del rey en el momento del deceso, lo mismo que algunos dientes en mal estado.

Muchos de los rasgos de la cabeza del monarca coinciden con los retratos existentes del mismo, así como del molde que se hizo de su cara poco después de su muerte.

 
 (Molde realizado después de la muerte)

La cabeza será sepultada junto con los demás restos en la basílica de Saint-Denis.

Fuente de Datos:
*Ladepeche.fr.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Esos reyes poderosos
que vemos por escrituras
ya pasadas,
con casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
así que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
y prelados,
así los trata la Muerte
como a los pobres pastores
de ganados.
(Jorge Manrique).

Parece un ejemplo bastante claro.

Supongo que conocerás la momia de Galera (Castellón Alto, Granada), argárica. Es bastante impactante.

Saludos y un blog muy interesante para un arqueólogo, a la par que algo lúgubre.

desdelaterraza-viajaralahistoria dijo...

Este caso del Enrique IV no lo conocía, pero no es la única cabeza que se le quita a su propietario y acaba perdida durante tiempo. La de Descartes anduvo perdida varios siglos, también, más recientemente, la de Pancho Villa desapareció al poco de morir. Un saludo.

Laulán dijo...

Velero, sabios los versos de Jorge Manrique.

Efectivamente conocía la momia de Galera, y publiqué su historia hace un tiempo con el nombre de "El Hombre de Galera".
Como bien dices, es bastante impactante.

Saludos.

Laulán dijo...

Desdelaterraza, parece que esa práctica estaba entonces a la orden del día; entonces y tiempo después también. Era como un símbolo de castigo.

Saludos