Y por otro motivo mucho más complejo: El lucro existente en torno al misterio.
Llamada por todos Bernardette, la vida de María Bernard no fue fácil ni sana.
Nacida el 7 de Enero del año 1844 en Lourdes, Francia, fue la mayor de varios hermanos, hijos de familia muy humilde. Su vivienda consistía en el sótano lúgubre y húmedo de un molino, que carecía de las más ínfimas necesidades, dónde por escasear hasta escaseaba la comida, puesto que el oficio de su padre, como molinero era muy escaso, dedicándose por tanto recogedor de la basura del pueblo y del hospital, padecía un escaso y mísero jornal que no daba para abastecer a su prole.
Debido a la mala alimentación, así como al lamentable estado de su vivienda, Bernardette padeció desde muy pequeña una delicada salud que la acompañó durante toda su vida.
En sus primeros años llegó a padecer de cólera, debilitando aún más su ya mermada salud, y posteriormente, adquirió la enfermedad del asma, dado que el clima de la mísera vivienda era brutalmente frío y pocas las posibilidades para cubrirse en las largas y heladas noches.
Con el fin de recoger leña para paliar el tremendo frío que atravesaban, Bernardette, el jueves 11 de febrero de 1858, salió con su hermana y una amiga a recoger leña a la que poder prender fuego a las orillas de un río cercano.
En un determinado momento Bernardette quedó a solas de sus compañeras que se distanciaron unos momentos, y fue entonces cuando según contó posteriormente, escuchó un ruido como el ruido de tormenta que venía de una gruta cercana conocida como Masabielle. A la entrada de la gruta había unas matas de rosas que se movían como si estuviera haciendo viento, pero no lo estaba.
Desde el interior de la gruta ella vio una nube coloreada con dorado y poco después una Señora, joven y hermosa quien se posó a la entrada de la cueva por encima de los rosales.
La Señora le sonrió a Bernardette y le indicó que avanzara. Bernardette perdió todo el miedo que había tenido antes y se arrodillo a rezar el Rosario. Después tanto ella como la Señora completaron las oraciones (aunque la Señora solo recitaba El Padre Nuestro y el Gloria), la Señora despaciosamente se alejó al interior de la cueva y desapareció.
Posteriormente se volvería a producir el mismo fenómeno en 18 ocasiones, cumpliendo en todas ellas y al pie de la letra, las instrucciones que la Señora daba a la niña.
Estos episodios causaron en ella numerosas penalidades y humillaciones, que añadidas a su ya precarias salud y las enfermedades que ya padecía, la hicieron desear ingresar en la Comunidad de Hijas de la Caridad de Nevers, consiguiéndolo en julio de 1866 y comenzando su noviciado el 22 de septiembre de 1878.
También sufrió lo indecible en la mencionada comunidad de hermanas, en especial la madre superiora, no creía en sus enfermedades que se habían agravado, dado que contrajo un tumor en la rodilla, sino que al contrario le recriminaba que toro eran invenciones suyas y que tan sólo intentaba llamar la atención. Incluso a veces la castigaba a recluirse en su celda.
Los años que estuvo en la comunidad se dedicó por entero a la enfermería y a la sacristía, sufriendo todos estos años agudos ataques debido a sus enfermedad, sufrimiento que ofrecía como penitencia por la conversión de los pecadores.
El 16 de abril de 1879, y teniendo a penas 35 años, su salud se agravó peligrosamente, y en su delirio de moribunda exclamó emocionada: “Yo vi a la Virgen. ¡Que hermosa era!” Apretó el crucifijo que llevaba en sus manos sobre su corazón y expiró.
A partir de su muerte fueron muchos los que decían conseguir milagros de Dios a través de ella, corriendo estas noticias como la pólvora y llegando a ser conocida por casi todo el mundo.
El 2 de Septiembre de 1909, el cadáver fue desenterrado 30 años después de su muerte, el cuerpo se encontraba intacto, sin embargo el rosario y el crucifijo que portaba aparecían cubiertos de óxido. Al ver esto, las monjas la bañaron y la vistieron con ropa nueva y la colocaron en un ataúd nuevo.
Volvieron a desenterrarla en 1919. El cuerpo se encontraba en la misma condición que diez años antes, salvo una pequeña decoloración debido al baño que le habían propiciado en el primer desentierro. Esta vez, decidieron encerar la cara del cadáver y se le aplicó una máscara de cera en el rostro para eliminar un tinte negruzco que éste había adquirido, para así evitar que las cavidades de los ojos se vieran hundidas.
Santa Bernadette fue canonizada por el Papa Pío XI el 8 de Diciembre de 1933. Su cuerpo incorrupto todavía puede verse en el Convento de Nevers, dentro de un féretro de cristal.
El cuerpo fue puesto en una caja de oro y vidrio para ser expuesto públicamente. Hoy se encuentra en la Capilla de Santa Bernardita en Nevers. Fue canonizada en 1933 por el Papa Pío XI.
El aspecto actual del rostro del cadáver – lozano y juvenil – es atribuido a la máscara mortuoria en cera. Si bien esto no entra en conflicto con la relativa buena conservación del cadáver, sí en cambio ofrece un modelo idealizado que no se condice con su aspecto real.
2 comentarios:
Murió un 16 de Abril el día mismo día de mi cumpleaños, a ver si voy a ser santo yo también.
Besos y felicidades por el trabajo de investigación y maquetación, precioso.
Yo creo que santo ya eres. No hace falta hacer milagros y morir un 16 de Abril para serlo.
Gracias por tus palabras y tus felicitaciones.
Un abrazo
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