martes, noviembre 17

Soldados Tiroleses

Un pelotón de soldados austríacos perteneciente a la Guardia Imperial Tirolesa, ascendía trabajosamente a 3.400 m. de altura sobre el nivel del mar, por las nevadas laderas de la montaña de San Matteo, cerca de las fronteras suiza y austríaca en los Alpes Italianos. Habían salido de su refugio en las profundidades del glaciar Marmolada, también al norte de Italia que formaban una red subterránea, conocida como la "Ciudad de Hielo" y que consistía en un laberinto de túneles construidos a 60 metros bajo el hielo, que conectaban cinco núcleos, compuestos por barracas, generadores eléctricos, unidades de primeros auxilios y cocinas Algunos de estos túneles estaban construidos bajo 60 metros de hielo.

Era el día 13 de septiembre de 1918, y en plena I Guerra Mundial, tropas italianas y austríacas se enfrentaban en las montañas, en lo que luego se llamaría “La Gran Batalla”.

Los soldados avanzaban intentando apoderarse de la cima. Tres de ellos tomaron avanzadilla adelantándose considerablemente de sus compañeros. Equipados con sus casacas de combate ajustadas con gruesos cinturones de cuero, portaban todo el equipamiento necesario para el trayecto hasta la cima y para un posterior combate: bayonetas, máscaras de gas, botellas con agua, y víveres necesarios.
Aún a pesar la ventaja sobre sus compañeros, el ascenso se hacía penoso sobre el hielo congelado de las laderas, el frío entumecía sus miembros hasta dejarlos insensibles y un viento helado congelaba sus rostros.
Cada uno de ellos aspiraba a coronar cuanto antes la cima como una muestra más del avance hacia lo que sería una cruenta batalla, temida pero a la vez deseada, que los acercaría cada vez más hacía una victoria y un deseado final.

Y así, sumidos en sus esfuerzos y sus pensamientos, ni siquiera tuvieron pudieron darse cuenta de que una granada enemiga estallaba a su paso, acabando con sus vidas y dejándolos enterrados bajo una gruesa capa de hielo.

Ochenta y seis años después serían hallados fortuitamente en el glaciar Forni por Maurizio Venzi, director del museo militar de la ciudad de Peio, situada en la región de Trento, en Italia, cuando buscaba objetos para su museo. Los tres soldados aparecían cabeza abajo, vestidos con sus uniformes y junto a ellos todas sus pertenencias y en perfecto estado de conservación, con las manos y el rostro bien definidos, lo mismo que las uñas, dientes y piel.

Después de ser sometidos a una investigación forense, fueron enterrados en un cementerio militar local.

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