miércoles, agosto 27

Guanajuato

A veces, por un cúmulo de circunstancias que raramente se dan, tal vez debido al tipo de suelo, la humedad del ambiente, el clima del lugar, hace que se produzcan ciertos “fenómenos” tales como la momificación natural.

Es lo que ocurre en Guanajuato. Las condiciones climáticas del estado están determinadas por la latitud, lejanía del mar, los efectos de las masas de aires polares, así como de los fenómenos de condensación orográficas, que se desarrollan en las laderas de las montañas y de los contrastes de altitud entre valles, bajíos y serranías.
Tal vez por todo esto el lugar actúa sobre la descomposición de los cuerpos difuntos, generando así una conservación de los mismos, escasamente dada en otros lugares del planeta.
Es sabido que el terreno calizo absorbe la humedad del aire, deshidratando así el tejido humano (a deshidratación no atrae a microorganismos ni larvas ni a ningunos de los insectos necesarios para su corrupción), y eliminando el proceso natural de putrefacción por lo que el cuerpo termina secándose. Esto afecta tan solamente a las partes externas del cuerpo, conservándolas en buen estado. Las internas desaparecen, dado que son sumamente fáciles de destruir.

Según se cuenta, aunque de esto no existe certeza definitiva, sobre el año 1833 la ciudad sufrió el acoso de la peste, causando una gran mortandad y dejando así casi totalmente cubierto el cementerio existente, ubicado en el templo de San Sebastian, por lo que años más tarde, en 1853 se procedió a la construcción de uno nuevo que tuviera cabida para las sucesivas muertes que se fueran produciendo, construyéndose en la falda sur del cerro denominado Trozado. En 1861 fue definitivamente inaugurado.

El 9 de Junio de 1865 se procedió a exhumar del nicho número 214, el cuerpo del doctor francés Emilio Leroy, causando una descomunal sorpresa entre los panteoneros, dado que éste apareció totalmente momificado. Este hecho hizo que el cadáver fuera expuesto por la singular rareza del caso.

Momia del doctor Emilio Leroy, con ropa casi en perfecto estado de conservación y con un libro, tal vez una biblia, entre las manos.

A partir de ese momento fueron siendo localizadas en otros puntos de la ciudad algunas otras momias llegando a alcanzar en 1907 la cifra de 86. Desde entonces hasta hoy los descubrimientos no se han dejado de producir, llegando a sobrepasar las 1200.

La mayoría de las momias descubiertas están expuestas en el Museo de las Momias en la ciudad de Guanajuato, impresionando la expresión de terror de su rostro en algunas de ellas, según se dice, al haber sido enterradas vivas. Existen cuerpos con clara evidencia de haber sido ejecutados, otros aparecen desnudos o vestidos con ropas elegante o humilde, según la clase social a la que pertenecían. Algunos de ellos conservan totalmente o parte del cabello, contándose también más de 15 niños.

Todas y cada una de estas momias cuentan con su historia particular, de las que en lo sucesivo iré narrando para conocer un poco más la vida de estas, que un día fueron personas, y sobre todo para concienciarnos un poco más de lo que es nuestra existencia.

2 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

¿Se enterraron vivas?

Esto es como de Poe, que miedo.

El museo tiene que ser enorme y poco conocido, yo no tenía ni idea de esta historia.

Laulán dijo...

Así parece Juan, que algunas fueron enterradas vivas. Hasta hace poco eso era algo común, pues la ciencia aún no había avanzado en cuando a test pos-morten para verificar la defunción.

Un abrazo