jueves, marzo 5

Virginia Centurione, Viuda De Bracelli

El día 20 de Septiembre de 1801 amaneció Carignano, en el Piamonte de Italia, cercano a Génova, adelantándose un día a la entrada del inminente otoño. Las hojas de los árboles amarilleaban y el viento soplaba con mediana intensidad. Un grupo de obreros haciendo caso omiso de la climatología, se dirige hacia el antiguo monasterio de Santa Clara, donde tienen intensión de hurgar en las tumbas que reposan bajo el pavimento con la esperanza de encontrar objetos valiosos con los que fueran enterrados los difuntos, o al menos, plomo para poder vender y aliviar así sus necesidades. Sacan de los ataúdes huesos y cenizas, nada de valor, pero uno de ellos les reservaba una sorpresa: en su interior se encontraba el cuerpo intacto de una mujer, que según la inscripción, llevaba fallecida 150 años. La misma inscripción revelaba que se trataba de Virginia Centurione, esposa de Gaspar Bracelli, fallecida a los 64 años el 15 de diciembre de 1651.

En aquellas fechas, la autoridad civil, bastante anticlerical (ya que en aquel momento el Piamonte está bajo la dominación de Napoleón), se esfuerza en moderar el entusiasmo que ese maravilloso hallazgo suscita entre la población genovesa, por lo tanto se le recomienda encarecidamente a Al notario se le encomienda demostrar científicamente que la conservación del cuerpo es producto de un embalsamamiento. Pero cuando éste descubre que el cadáver es manejable y flexible, decide abandonar el examen y dar cuenta a las hermanas de Bisagno que los restos de su fundadora han sido identificados. Ese acto de sinceridad es considerado por el gobierno como una traición, lo que le cuesta la exclusión de la lista de los notarios. Al no poder desarrollar en adelante su profesión, asume vivir en la mayor de las pobrezas y se dedica a buscar los recuerdos relacionados con la difunta, con objeto de conseguir su glorificación.

Y esta es su historia:

Nace Virginia Centurione el día 2 de Abril de 1587 en la ciudad de Génova (Italia).

El destino hizo que lo hiciera en una familia descendiente de la nobleza desde muy antiguo. Su hogar era por tanto acomodado y pudiente.

Su padre, Giorgio Centurione, ducal y consejero de la República en los años 1621-1622 fue un hombre duro y mandatario con su familia.

Su madre, Leila Espínola, dama también de la alta sociedad, era una obsesiva católica, fervorosa y dedicada de lleno a la religión, y participante activa en obras de caridad auxiliando a los pobres.

Lo primero que hizo Leila al nacer su hija fue bautizarla el 4 de Abril de 1587 en el seno de la iglesia católica bajo el nombre de Virginia, y a partir de haberla convertid en cristiana, se dedicó de lleno en instruirla y formarla en la religión bajo su tutela y la de un preceptor escogido expresamente para ello.

La pequeña Virginia creció en este ambiente sacro y piadoso, por lo que no es de extrañar que ya desde aún siendo una niña, expresara de sus deseos de dedicarse a la vida religiosa y profesar los votos para internarse en un convento.

Sin embargo los proyectos que Giorgio Centurione tenía para con su hija eran otros muy distintos, quién por intereses políticos y propios, la entregó en matrimonio a la edad de quince años a Gaspar Grimaldi Bracelli, joven noble y también perteneciente a la nobleza, pero dado por entero al vicio, el juego y la vida desordenada. Aún a pesar del descontento de Virginia, el matrimonio se celebró el 10 de Diciembre de 1602.

De nada sirvieron los intentos de la joven para enderezar la maltrecha vida de su marido, que hacía caso omiso de sus peticiones.

De esta unión nacieron dos niñas, Leila e Isabel. La vida para la joven Virginia pasaba llena de frustración como consecuencia de sus fallidos deseos de entregarse a Dios, pero sin embargo llevó con verdadera dedicación su vida de esposa y madre, y colaborando en obras caridad, socorriendo a los pobres y desde luego sin dejar de ocuparse de su papel de madre y ama de casa.

En 607 Gaspar Bracelli enfermó de tuberculosis y Virginia se trasladó con el a Alessandría buscando un remedio para la enfermedad, remedio que resultó imposible. Allí se dedicó en cuerpo y alma a cuidar a su esposo, al que asistió hasta su muerte el 13 de Junio de 1907.

A la muerte de su esposo, su padre quiso obligarla a contraer segundas nupcias, a lo que ella se negó rotundamente. Como consecuencia Virginia se trasladó a vivir junto a sus hijas con su familia política, educando y administrando los bienes de sus hijas, sin abandonar sus actividades benéficas y sus entregas al recogimiento y a la oración.

Cuando sus hijas crecieron y fueron entregadas al matrimonio, (1610), comenzó a dedicar su vida de lleno al trabajo para los necesitados creando instituciones benéficas y auxiliándolos con sus propias rentas. Repartía limosnas y seguía el día a día de su familia. Ni que decir tiene que los actos de Virginia tuvieron una repercusión negativa en la relación con su padre, quién la vigilaba y controlaba severamente.

Hizo de su casa lugar de acogida para jóvenes abandonadas durante la guerra entre la República de Génova y el Duque de Saboya, que estaba apoyado por Francia, y ayudó a prófugos y pobres que pululaban por la ciudad, atendiendo a todas sus necesidades.

A la muerte de su suegra, en 1625, se dedicó a internarse en los barrios más pobres y conflictivos de la ciudad buscando personas necesitadas y en peligro, a las que instruía para que siguieran el buen camino y las alejaba del mundo corrupto en el que vivían.

Esta actividad se intensificó durante la época de la peste y la consiguiente carestía (1629-1630). Como consecuencia y ante la falta de espacio, tomó en arriendo el convento vacío de Monte Calvario, al que se trasladó el 14 de Abril de 1631 con sus acogidas. La obra fue creciendo con los años y se hizo cada vez más grande, por lo que Virginia cursó la petición de que se le otorgara el reconocimiento oficial al Senado de la República. Le fue concedido el 13 de Diciembre de 1635. Entonces formó la Obra de Nuestra Señora del refugio, bajo la dirección y administración de los protectores laicos nobles designados por el Senado de la República.

Comenzó entonces una obra social sanadora con el único fin de cortar las raíces del mal. Creó centros apropiados para los enfermos e inválidos, y elaboró un sistema de educación para que los hombres y mujeres útiles fueran ejercitados en el trabajo para los hombres y labores para las mujeres, imponiendo la obligación a los niños de asistir a la escuela. Por este motivo las colaboradoras de la alta burguesía y aristocráticas se fueron alejando de ella, tal vez por el miedo de manchar su reputación al tratarse con gente corrompida, por lo que Virginia se quedó completamente sola y fue desautorizada de hecho por los Protectores en el gobierno de su obra.

Su salud se fue deteriorando físicamente, tal vez ante tantas adversidades, pero aún así estaba siempre dispuesta a atender a los más abandonados independientemente de su rango social.

Comenzó a entrar en éxtasis, tener visiones, locuciones y otros domes místicos especiales, y el 15 de Diciembre de 1651, a la edad de 64 años, cansada, gastada, pero satisfecha con sus actos, dejó de pertenecer a este mundo.

Fue beatificada en 1985 y canonizada en 2003 por Juan Pablo II. Su cuerpo incorrupto descansa en la capilla de sus religiosas en Génova

Fuentes y parte del texto:

www.notidiocesis.com

www.vatican.va