domingo, abril 19

El Hombre De Galera


Cuando el Hombre de Galera murió contaba entre 27 y 29 años de edad, y era prácticamente un anciano.

Su vida se extinguió tal vez una mañana, tal vez una noche, en un día de hace 3.500 años, en plena edad del Bronce. Las causas de su muerte son desconocidas.


El Hombre de Galera vivió en poblado argárico de Castellón Alto, en Galera (Granada) realizando posiblemente duros trabajos. Medía 1,60 m. de altura y mediana robustez; peinaba dos trenzas laterales y una coleta que llegaba hasta su cintura; cubría su cabeza con un gorro de lana tejida recubierta por cuero y sus vestidos eran de lino. Su rostro lucía barba.



Fue enterrado depositado sobre el lado izquierdo, con los brazos y las piernas fuertemente flexionados sobre el pecho. Apoyada en el brazo y pierna izquierdos fue depositada una azuela delicadamente atada al mago de madera de encina y una red de esparto, así como un puñal, tres cuentas de collar y varios anillos. A su espalda, justo en la embocadura del nicho, un ajuar cerámico de cuatro piezas y dos brazaletes de bronce.



El Hombre de Galera no fue enterrado solo. Junto a él reposaba un infante de unos cuatro años (puede que su hijo), fallecido anteriormente y exhumado para que descansaran juntos, pues sus huesos forman un paquete en desorden colocado en la zona anterior derecha de la sepultura.


Fue cerrado todo con tres tablones de madera de pino, que habían sido perfectamente escuadrados. Finalmente lo taparon con un hermético murete de piedras medianas que no permitía el paso del oxígeno haciendo que los cuerpos se momificaran de forma totalmente natural, dándose unas condiciones idóneas para su conservación.


A finales de noviembre de 2002 ambos cuerpos fueron descubiertos y el Hombre de Galera considerado como el segundo vestigio de ser humano momificado de Europa.


A pesar del tiempo transcurrido aún conservaba restos de tejidos corporales y largos mechones de pelo largo y oscuro, barba y pelo corporal adherido a la piel.

También se conservaban fragmentos de tejido de lino y lana en las falanges de las manos.

El cráneo del infante tenía mechones de pelo peinados hacia delante a modo de flequillo y presentaba restos de partes blandas del cuerpo.


Texto y Fuente de Datos:

El Hombre de Galera

Cuarto Milenio (ver video)

lunes, abril 6

Retratos Mortuorios, Atrapados En El Cartón

No solamente las momias y los cuerpos incorruptos quedan retenidos en el tiempo. También quedan retenidos en él los cuerpos muertos que quedan impresos en la fotografía.


Con el invento del daguerrotipo sobre el año 1839 y posteriormente la fotografía, se puso en práctica el uso del Retrato Mortuorio.

En una época en la que la mortandad (la infantil sobremanera) era sumamente alta, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte, eran asumidas como parte de la cotidianeidad de la vida, y era una constante en las familias la pérdida de seres queridos, con lo cual su dolor de duelo era casi permanente.


El retrato mortuorio ofrecía la posibilidad de disponer de una imagen para siempre de ese ser que tan dolorosamente se separaba de ellos, y de esta forma, recordarlo sin que el paso del tiempo borrara la imagen retenida en la memoria. Al mismo tiempo el poder disfrutar de ella los llenaba de fuerza y les hacía más llevadero el camino.

Había lugares en los que incluso se pensaba que el alma del fallecido quedaba retenida en el retrato y por lo tanto muy cerca de ellos cada vez que lo miraban. Esto les daba una relativa tranquilidad al sentir que el ser querido seguía viviendo en la fotografía.


Era por tanto primordial guardar la última imagen del mismo para recordarlo al verlo tal y como era en vida. Para ello los arreglaban y colocaban en situaciones cotidianas. Así, al mirar el retrato veían una escena que fue natural en la vida del mismo. El que partió seguía viviendo entre ellos.


(A esta niña la rodearon de sus muñecas preferidas, para simular que jugaba con ellas)

(Este niño fue vestido y sentado en una silla, e incluso le cruzaron las piernas para darle más realismo)




Había ocasiones en las que el resultado no era del todo convicente, como ocurre en esta foto, puesto que la expresión del niño carece de naturalidad. Da la impresión de le abrieron los ojos para dar más énfasis a la toma, y que incluso los retocaron para jacerlo más real, tarea de la que no se consiguieron buenos resultados, puesto que la expresión del rostro carece de vida.









Otras veces, y debido a la causa del fallecimiento, era tarea casi imposible el dar realismo vital al retrato, como el caso de esta niña, que nos muestra una imagen grotesca y desagradable.










También jugaba un factor en contra el rigor mortis. Esta niña fue maquillada sin resultados positivos ante la inposibilidad de ocultar su falta de vida.
















Este bebé fuen en vida Rosa Quintero (Lima), y falleció en 1892. Se aprecia claramente que está sujetado por las manos de alguien para que conserve su postura erguida.











(Con esta joven fallecida en Londres, en 1902, se quiso hacer ver un despertar natural después de una noche de descanso)

Esta costumbre, ya desaparecida, puede parecer ante nuestros ojos, al día de hoy como macabras y desagradables, sin embango hay que entender la forma de vida y de pensar de las personas que vivieron aquella época. Para ellos el Retrato Mortuorio era una manera de homenajear al fallecido.