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Era un hombre alto, fuerte y sano de 34 años de pelo rojizo, incipiente barba y complexión robusta, que había sido elegido por su comunidad para ser ofrecido en sacrificio a una de las diosas de la fertilidad, posiblemente como consecuencia de la trágica hambruna, tras largo periodo de invierno duro, que destruyó las cosechas y dejó al poblado sin alimento.
Las creencias germánicas otorgaban a las deidades el poder sobre la vida y la muerte. El sacrificio era una forma de regalo a cambio de algún beneficio.
Por eso “El Hombre de Grauballe” acató honrosa y heroicamente la decisión tomada, que le fue comunicada con unos días de antelación (de ahí su incipiente barba, indicio de que dejó de afeitarse). Le dolía, y porque no decirlo, le atemorizaba la muerte, trance oscuro que le tocaba atravesar, pero él era un valiente, y se sentía agradecido de ser el elegido para sacar al poblado de la miseria de alimentarse solamente de hierba y paja.
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La última comida que le proporcionaron sus verdugos consistió en un potaje de trigo y centeno para satisfacer a sus dioses, pues estos alimentos eran interpretados como símbolo de fertilidad. En esta comida incluyeron además un hongo venenoso, tal vez para recrudecer la agonía de su muerte o por el contrario para embotar sus sentidos ante el inminente dolor.
(Reproducción por computarización de la posible imagen de "El Hombre de Graubelle)
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“El Hombre de Grauballe” fue descubierto en 1952. Apareció desnudo, con el cráneo aplastado, una tibia rota y su rostro se contorsionaba en una mirada de horror y el dolor. En un principio se pensó que esta horrible mueca era consecuencia de cruentas tortura, pero recientemente, y sometidos sus restos a una tomografía computarizada, se ha llegado a la conclusión de que sus huesos fueron rotos debido a la presión de la turba, que aumentó cuando su cuerpo fue accidentalmente pisado en las labores de desenterramiento.
Gracias a este mismo proceso de computarización se ha podido hacer una recreación de cómo pudo haber sido en vida “El Hombre de Grauballe” imagen que nos hace tal vez intuir como y de qué manera había transcurrido su vida.
Nota: Datos científicos ofrecidos públicamente por Niels Lynerup, (investigador) y Pauline Asing, (arqueóloga), miembros del Equipo de Investigadores Forenses de la Universidad de Coopenague.
Imágenes de: Robert Clark (National Geographic)
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